mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

martes, 28 de marzo de 2017

"espolvarea noruega" (II)

Con la sesión de auténtico "powder" noruego todavía en mente amaneció otro día más echando nieve sin parar por lo que sin pensarlo mucho, quedaba claro que viviendo lo de ayer caería una repetición de la jornada y tan a gusto oye!...Así que arreamos más temprano esta vez hacia el cortafuegos para asegurarnos los primeros en catar la gran nevada. Ya más como quitanieves que otra cosa, pudimos llegar en coche aunque con dificultad al inicio de ruta.


Comprobamos al instante el gran paquetón que había, puesto ni rastro había de las huellas del día anterior a pesar de que eran surcos de más de medio metro de profundidad. Ello suponía inevitablemente un trabajo extra para abrir huella, teniendo que turnarnos cada poco porque sobre todo en las vaguadas aquello era por demás...
Al menos el sol se dejó ver tímidamente durante gran parte de la ascensión aunque nos temíamos que difícilmente iba a aguantar hasta que nos pusiéramos a bajar, como así fue. 



Antes de llegar arriba se puso a nevar con ganas otra vez y nos apuramos en prepararnos para el descenso cuando ya aparecía el primer grupo de gente con una guía al frente que los llevaba con la lengua fuera y que nos saludó amablemente agradeciendo la huella hecha y no como los tipejos de ayer...Continuaban (suponíamos) hacia el Fastdalstinden o el Rottenvikfjellet, aunque la verdad que no se veía ni torta. Nos lanzamos para abajo sumergidos en una polvareda tal, que yo que iba grabando detrás de Alberto fuí casi a ciegas comiendo nieve puesto que nos hundíamos incluso hasta la cintura y a escape libre...


Durante este descenso enterrados en polvo blanco apenas podía ver la horda de esquiadores que subían...y pensamos en el acierto por haber madrugado y ser los primeros privilegiados en catar semejante pastel.



Como decía, seguía medio a tientas el escape libre de Alberto sin ver en ningún momento nada de mis muslos para abajo. Tal era la cantidad de nieve que se acumulaba hasta casi la cintura que nos frenaba a pesar de la pendiente, teniendo que lanzarse en picado para coger la línea de máxima pendiente. Quien lo iba a decir que íbamos a "quejarnos" de exceso de nieve polvo!


De nuevo junto a la furgoneta nos encaminamos al sitio de ayer junto al fiordo bajo las laderas del Sultinden y Sofiatinden. El tiempo estaba realmente cabreado nevando con mucho viento, lo cual hizo que nos planteáramos si mejor dábamos el día por bueno y para casa. Esperamos un  rato y cuando ya nos íbamos, de repente para de nevar e incluso parecía que abría un poco. Pues nada, al fregao!, que no se tienen estas oportunidades todos los días.


Ese día no había huellas ni rastro de gente, así que no nos quedó más remedio que abrir trinchera acumulando el cansancio de la subida al cortafuegos. Sorprendentemente las nubes se iban levantando cada vez más dejándonos ver a los dos colosos que teníamos delante y los lugares a los cuales llegamos (punto rojo lo del día anterior y azul a donde llegaríamos este día, ambos a una cota próxima a los 500 m).


Fuimos ascendiendo más en dirección hacia el Sultinden, buscando un itinerario factible entre el bosque pensando en la bajada, topando con zonas de mayor inclinación que nos hicieron sudar la gota gorda para abrirnos paso enterrados en semejante esparbatá de nieve. Pero vaya que si mereció la pena!...Primero por poder admirar el espectacular paisaje que nos rodeaba tocado por un sol que nos vino de perlas y segundo por lo que nos esperaba después.




De nuevo sentíamos esa mezcla de nerviosismo, ansiedad y excitación, pensando en la bajada mientras llegábamos a la zona que dimos por buena porque saliendo del bosque la nieve ya se mostraba traicionera según "chillaba" y crujía debajo de los esquís producto del efecto peligroso de acumulación del viento. Además la tregua del tiempo se estaba acabando ennegreciéndose el cielo por momentos. Así que como lobos desbocados nos lanzamos en otro apoteósico descenso...




Con la libertad absoluta de ir por donde te diera la gana dimos rienda suelta a nuestras tablas que flotaban como si no les afectara la gravedad...Y así una manga tras otra, parando sólo para no desviarnos del rumbo, fuimos acercándonos al final que no era otra cosa que el propio mar. Y es que al igual que el día anterior cumplimos el sueño de todo esquiador que es llegar esquiando literalmente hasta el mismo mar. Una de esas sensaciones que sin duda nos quedará grabado para toda la vida...




Fue lo más parecido a lo que debería ser esquiar en Asturias durante la última glaciación, casi incrédulos de estar mojando las puntas de nuestros esquís en el mar. Nos tomamos nuestro tiempo para saborear ese momento tan especial sin darnos cuenta de la tremenda nevada que nos estaba cayendo....


Antes de marchar paró  un coche con dos paisanos autóctonos de la zona  preguntando preocupados: adónde habíamos ido?...Se tranquilizaron cuando les dije que sólo subimos hasta la altura donde acababa el bosque cosa que aprobaron porque la palabras que más repitieron fueron: "Very dangerous today". Efectivamente a éstas montañas hay que mirarlas con tanto o más respeto que los mismos Alpes.

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